No todos los días se conoce a un soñador y a un científico.
Cuando era adolescente, Stephen se topó con un artículo de National Geographic sobre perfumistas, e instantáneamente supo qué camino quería seguir. Su mente siempre inquisitiva le llevó al mundo de la ciencia, y se doctoró en Ingeniería Química.
Tras una carrera consolidada en el sector de los aromas, cambió de rumbo para seguir el sueño de su vida: convertirse en perfumista. Su naturaleza inquisitiva y su mente curiosa le llevaron a Nueva York, donde comenzó su formación en perfumería. Stephen cree en la persecución de los sueños; su enfoque del perfume refleja un sentido lúdico e inteligente. Cree que fragrances pueden llevar realmente a las personas a un lugar de felicidad, utilizando el olor como una señal visceral para evocar recuerdos o crear nuevas experiencias.